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Una historia pintada 

18 de enero de 2021, Jürg Messmer

Hace unos días descubrí este cuadro, justo encima del sillón en el que disfruto el amanecer cada día en paz, tomando unos cafecitos calientes, fumando mi pipa de paz, y donde escribo como siempre. Pero esto a menudo todavía en la oscuridad, por lo que nunca había prestado atención a este cuadro.

Inmediatamente mi atención se despertó y vi que esta pintura tenía algo que ver con la historia de Guatemala. Me sorprendió un poco encontrar ella en esta casa de clase media, con un señor de la casa cuyo padre había servido como alto oficial en el ejército guatemalteco, al igual que su hermano, y él mismo me ha dado una impresión muy sólida, incluso bastante conservadora. Pero sé que no es enteramente así, porque mientras tanto lo he conocido un poquito mejor, después de haber vivido acá ya por tantos meses.

Además, no es de extrañar que las pinturas o ilustraciones críticas se encuentren a menudo en los hogares de la clase media y no en los de los "pobres" y menos educados formalmente. Incluso los rebeldes y los revolucionarios con frecuencia prosperan más en círculos que aprovechan de una educación formal y "elevada".

Poco tiempo después, Vivian me preguntó inesperadamente sobre esta imagen, ¿si yo sabía de qué se trataba esta pintura? Sí, había sido capaz de darle sentido a la escena, pero por supuesto no sabía nada en detalle.


Mural "Gloriosa Victoria" del pintor mexicano Diego Rivera (entre otros), 1954 (foto Wikipedia)

Rivera pintó este mural "Gloriosa Victoria" en 1954, poco después de que las fuerzas estadounidenses intervinieran en Guatemala en nombre del Departamento de Estado de los Estados Unidos y la CIA, en connivencia con las fuerzas locales, para poner fin rápidamente con un golpe militar a la campaña "comunista" de una reforma agraria profunda, asegurando así los intereses estadounidenses, especialmente los de la entonces dominante United Fruit Company (UFCO, la Frutera, posteriormente rebautizada como Dole).

Este fue el final de una década de despertar en Guatemala (1944-54) que había culminado con el gobiero de Jacobo Árbenz Guzmán, hijo de un inmigrante suizo, Hans Jakob Arbenz Gröbli, y una mujer guatemalteca, Octavia Guzmán Caballeros. Árbenz, un ex oficial del ejército y ministro de defensa de Guatemala (1944-51) y en absoluto no sospechoso de comunismo, fue sucedido por el dictador Carlos Castillo Armas, con el fin de impedir cualquier renovación y contención de un libre empresariado y flujo de capital.

Castillo Armas revirtió todas las reformas y restringió los derechos de los indígenas, campesinos y trabajadores, incluso acalló los críticos indeseados y aseguró el gobierno con el terror, la corrupción y el dinero de aquellos a cuyos intereses estaba sirviendo. Así que nada nuevo. De esta manera se aseguró que Guatemala pudiera seguir siendo llamada despectivamente "República Bananera", aunque el país tiene mucho más que ofrecer que los plátanos y la corrupción, ¡se lo aseguro!

Al mismo tiempo, un senador "americano" de nombre Joseph McCarthy estaba creando un ambiente agitadamente anticomunista en los EE.UU., y Europa se encontraba al comienzo de una larga guerra, llamada la Guerra Fría. De modo que, si uno dejara que su mirada se deslizara más allá del marco del cuadro de Rivera, podríamos incluso descubrir que los eventos en Guatemala también podrían ser vistos en un contexto más amplio. Así que los "mecanismos" de un capitalismo victorioso y globalizado solo han sustituido a las guerras calientes (dentro del propio territorio), y que las organizaciones internacionales siguen teniendo los dedos en la masa al seguir las viejas reglas y cultivar así una tradición "exitosa".

Diego Rivera, sus colaboradoras Rina Lazo y Teresa Ordiales, incluso su esposa Frida Kahlo no habían podido saber todo esto en 1954.

Descripción: Este detalle del mural muestra al "ministro del Exterior" de los EE.UU., John Foster Dulles, estrechando la mano del sumiso Coronel Carlos Castillo Armas. John Dulles está rodeado por su hermano (izquierda), Allen Dulles, representante legal de la United Fruit Company y primer director de la CIA, y John Peurifoy, el Embajador de Estados Unidos, mientras su mano izquierda sostiene la bomba con la cara sonriente del Presidente de los EE.UU. Dwight Eisenhower. A la izquierda, fuera del recorte, los esclavos indígenas cargan los barcos de "la Frutera" con bananas y plátanos, y las víctimas de este golpe de estado abajo y a la derecha del cuadro. Por encima de todo, el Arzobispo Mariano Rossell y Arellano, que da su bendición a los acontecimientos. (Fuentes: Wikipedia, Rebelion.org)

Gracias al lacayo Carlos Castillo Armas, que pronto fue elegido presidente de Guatemala por voto "libre" (99,9%), a través de un plebiscito, se aseguró que Guatemala siguiera siendo un país libre -mejor dicho liberado de las reivindicaciones de la población pobre- y que siguiera sirviendo, ya no a los conquistadores españoles, sino a sus descendientes, a los empresarios internacionales, que "se comprometieron y se responsabilizaron para asegurar un futuro de prosperidad".

Pero ni siquiera esto pudo evitar que en este suelo fértil creciera un gran descontento, que se encendió en un "conflicto armado", que algunos -tal vez de manera simple- todavía consideran la Guerra Civil de Guatemala.

Este "conflicto armado" puede describirse estadísticamente de la siguiente manera: más de 200'000 muertos, innumerables desaparecidos y violaciones, y más de un millón de desplazados que huyeron principalmente a México, donde pudieron encontrar refugio. Y la impresionante mayoría de las víctimas eran Mayas, de zonas rurales (otra historia pintada). Una guerra de 36 años (1960-96) que se terminó con los Acuerdos de Paz, que, sin embargo, todavía no se han cumplidos plenamente. Tal vez porque unos Acuerdos de Paz en Guatemala solo pueden funcionar si también incluyen a los EE.UU. y al resto del mundo - incluyendo Europa y Suiza.

Cuando yo dejé mis ojos vagar sobre el marco de este cuadro, surgieron cuestiones relativas a la propiedad y los derechos sobre la tierra, y me preguntaba si se plantaba la cuestión de si se puede lograr la justicia con los derechos justos de propiedad solamente, o si sería ventajoso reflexionar sobre las leyes de la naturaleza, aunque sean algo difusas. Cuando miro el mar con sus habitantes, siempre pienso en cómo sería si el mar estuviera lleno de acuarios que aseguraran el lugar de cada pez individual y sus derechos. Si entonces no se llenara un poco más el mar, a pesar de las aguas sobreexplotadas, si los cardúmenes de peces ya no danzaran, solo las infraestructuras y un orden más justo determinaría la vida bajo el agua. Los tiburones probablemente lo tendrían más fácil, ya no tendrían que contentarse con el estómago lleno a horas de comida poco claras, sino que podrían asegurarse sus propios derechos de pesca, y comer en exceso a voluntad, y eso limpiamente asegurado legalmente. Así que la libertad sería probablemente un poco más ordenada bajo el agua.

Pero tal imagen apenas ayuda a entender mejor nuestro mundo, porque esta imagen no tiene nada que ver con nosotros los humanos, nuestro pensamiento libre de grilletes, y nuestra vida en prosperidad gracias al progreso. Pero cada uno hace su propia rima, como siempre.

PD: Afortunadamente, este texto se llama "Una historia pintada", por lo que el cuadro que está al principio debería determinar también el final. Así que cada uno puede hacer su propia imagen, incluso sin pensar demasiado, porque las imágenes siempre, aunque parezcan claras y distintas, dejan a cada uno la libertad de hacer su propia rima. Al igual que en la vida real siempre deberíamos pensar más en imágenes. Las palabras no son suficientes, no solo cuando se mira un cuadro, como esta "Gloriosa Victoria" de Rivera, Lazo y Ordiales.

PD2: Este es el primer texto que fue escrito como parte de un proyecto. A saber, el proyecto "La historia de Guatemala y las relaciones y/o vínculos entre Suiza y Guatemala", que Vivian Irene Martínez Mejía y Jorge Georg Walter Messmer llevamos en nuestros corazones y mentes desde hace mucho tiempo. Queda por ver si algo saldrá de ello. Las condiciones para ello son buenas, aunque difícilmente se trate de un proyecto científico en el sentido actual y, por lo tanto, es poco probable que reciba un Premio Nobel en la Historia -ya que no se trata de una ciencia verdadera de todos modos- pero podría, sin embargo, hacer historia como la aportación de dos realistas idealistas, sobre el intercambio intercultural y la cooperación bilateral. Simplemente porque incluso una historia, aunque sea pequeña, puede escribir la vida, no solo la vida, la historia.

Nota al margen: El escritor ha tenido tiempo para tratar la vida guatemalteca y su historia desde 1999. Y la de Suiza incluso un poco más. La aventura continúa. Su libro favorito sobre el tema es la historia que el joven misionero contó en "El Silencio del Gallo", que Carlos Santos había puesto por escrito. Un libro muy conmovedor, que no busca culpables, sino que se interesa mucho por el sufrimiento de las personas, que una y otra vez se convierten en víctimas del robo de tierras, aunque, por supuesto, esto nunca debe ser nombrado de manera tan legal, porque nunca se puede probar completamente, porque las leyes no son hechas por las personas vulneradas.

Encontrar a los culpables no es tan fácil, y también las preguntas de un "Acuerdo de Paz", deben ser respondidas al final solo a nivel internacional. Por lo que siempre es cierto que las leyes son solo la mejor de todas las malas soluciones. Todos estamos en el pantano, y encontrar la salida es una gran aventura, incluso un esfuerzo casi quijotesco. Pero en mi opinión no es del todo imposible.

Música "Perdóneme tío juan" - Los guaraguao
Una canción en el contexto venezolano que se podría aplicar a cualquier país latinoamericano.

Palabras claves: Guatemala, Historia, Suiza

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